Aceites Esenciales

Las esencias, que posteriormente al realizar su extracción se convierten en aceites esenciales, son una mezcla de sustancias aromáticas producidas por las plantas y árboles aromáticos. Son aquellas sustancias químicas
que la planta produce en su interior, en sus glándulas secretoras. Están presentes en forma de minúsculas gotas en diferentes partes de las plantas y árboles aromáticos como las hojas, en la piel de la fruta, en la resina, en el tronco o en la raíz. Por ejemplo en las flores (jazmín), en las hojas (salvia), en los frutos (naranjo), en las semillas (hinojo), en la resina (incienso), en la corteza (canela) o en la raíz (angélica). Los aceites esenciales, llamados también aceites volátiles, etéricos o esencias, son la fuerza vital de la planta
Estos aceites son olorosos y muy volátiles, es decir, que se evaporan rápidamente al entrar en contacto con el aire. Tienen una química compleja, en general, son una mezcla de terpenos, alcoholes, aldehídos, ésteres, etc. Son solubles en aceites (liposolubles) y en alcohol e insolubles en el agua (hidrófobos) y son inflamables.
Los aceites esenciales se han utilizado a lo largo del tiempo desde 4.500 años antes de Cristo. A través de los perfumes y los aromas agradables para embalsamar y con fines medicinales, se han utilizado en la vida diaria durante siglos. Aunque no fue hasta el siglo XI, que el gran médico persa Avicena desarrolló la técnica de extraer las esencias de las plantas aromáticas por destilación a través del perfeccionamiento del alambique, a partir de la cual que se pudieron obtener los aceites esenciales puros.
En los tiempos modernos la investigación muestra que los aceites esenciales puros pueden aportar beneficios similares a los que aportan a las plantas, tanto a los humanos como a los animales.
Las cualidades de los aceites esenciales varían en función de la época y hora de recogida, del tipo de suelo, del agua utilizada en su cuidado, el procedimiento de extracción y de conservación,... por ello, el proceso de selección de semillas, cultivo, recolección y destilación es determinante en la calidad de los aceites esenciales y con ello de sus propiedades.
No existen dos plantas con el mismo aroma y la esencia representa en cierto sentido la “personalidad” de la planta, que como ser vivo que es, será única e irreproducible. Desde un punto de vista filosófico la esencia de una planta podría ser la consciencia de la misma, es decir: LA IDENTIDAD BÁSICA, su ALMA. Así la esencia lleva en sí misma la huella del vegetal del que procede, y si es pura se presenta extremadamente concentrada, ya que son 100% principios activos.
Sin embargo, a menudo son adulterados con alcohol, aceites o esencias de valor inferior. A ello hay que sumar el difícil reconocimiento de las adulteraciones. Es por ello que es de gran importancia garantizar que se está utilizando aceites esenciales de calidad, ya que sino los efectos no pueden ser los deseados o incluso contrarios a la intención inicial del uso.
Podemos encontrarlos en dos formas de presentación:
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Aceite esencial simple: Un aceite esencial simple es el aceite esencial que proviene de una sola planta. Por ejemplo: lavanda, menta, limón, árbol de té...
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Sinergias o mezclas: También podemos hacer nuestras propias mezclas personalizadas, dependiendo nuestra necesidad para sumar propiedades para acompañar situaciones concretas. Se abre aquí también todo un espacio a la formulación de las sinergias, existiendo diferentes métodos para su elaboración.